martes, 20 de mayo de 2008

El psicoanálisis: Una mentira incomoda (PQ11)


En estos momentos se tendría que publicar el PQ10, pero se corresponde con una obra de ocho capítulos que no está acabada debido a la mala aceptación que tuvo el cuarto. No obstante existe, aunque no se han publicado nunca, hasta el séptimo.

Por esta razón hoy publicamos PQ11 que, por su parte, resultó un artículo controvertido dado que se hizo en un foro donde existían algunos individuos partidarios del psicoanálisis hasta niveles de fanatismo. Hay en él algunos errores no intencionados y otros que si lo son y, por tanto, hacen que el texto sea algo tendencioso, sin embargo, desde el punto de vista de un ejercicio de pensamiento, creo que puede ser una buena ayuda para mis lectores.

El psicoanálisis: Una mentira incomoda (PQ11)

Dentro de la series PQ introduzco un antiguo relato que realicé como ejercicio en los cursos para ejercer de profesor en técnicas de desarrollo personal. Sólo es un trabajo marginal que, junto a otros, me sirvió para exponer las razones que habían inhabilitado estas técnicas, otros compañeros realizaron algunos trabajos mucho mejores que este lo que me obliga a pedir disculpas sobre su calidad, obviamente mejorable, sin embargo, a nivel técnico, obtuvo la máxima puntuación. En la actualidad sabemos mucho más sobre el cerebro y la mente que cuando nació el psicoanálisis, pero al saber más también han aparecido más preguntas y nuestro conocimiento a evolucionado socráticamente: cuanto más sabemos mayor consciencia adquirimos de nuestra ignorancia. Este hecho no ha quitado valor al psicoanálisis, como cabría esperar, pero si lo ha relegado a la marginalidad. Hoy, junto a otras técnicas más individuales, y por tanto más prácticas, el psicoanálisis ha abandonado su faceta terapéutica para entrar de lleno en las técnicas de desarrollo personal. Sin embargo, la necesidad continuada del psicoanalista junto a la persona a tratar la convierten en una técnica poco práctica, de este modo ha perdido terreno frente a teorías más modernas y pragmáticas como la de el P.A.N. o la del PNL, que es quizá menos científica pero más adaptable a la medida de la persona que la ha de usar en su desarrollo personal.

Freud es el padre de esta doctrina desde que la dio a conocer en 1890. La base conceptual en que se sustentan sus orígenes es la misma que la hipnosis, desgraciadamente la hipnosis no podía lograrse en todos los casos pero demostró su valor en una serie de pruebas clínicas llevadas a cabo por el neurólogo francés Jean Martin Charcot, maestro del propio Freud. De este modo, el psicoanálisis supuso una terapia alternativa bastante útil en aquellos cuadros clínicos que, por aquel entonces, se denominaban "histéricos". La hipnosis fue una técnica que se extendió con rapidez, pero Freud no logró dominarla nunca, sin embargo, su afán de resultados le llevó a experimentar otras formulas para alcanzar el subconsciente del individuo tal y como hacía la llamada técnica del sueño despierto. Durante años trabajó con diferentes tipos de drogas que llegó a experimentar, incluso, en su propio cuerpo y también creó toda una serie de teorías para interpretar los sueños. Sin embargo, sus trabajos más famosos, trataron sobre la interpretación de la sexualidad oculta o negada y el super yo.
El psicoanalista permite a su “paciente” hablar libremente y procurandole la máxima comodidad de este. Las asociaciones libres de ideas son la base de un dialogo donde el terapeuta sólo interviene ocasionalmente para facilitar la fluidez verbal del paciente. Especialmente interesante para Freud era que el paciente hablara sobre sus sueños y sobre su infancia, ya que en los primeros se expresaba el subconsciente del enfermo mediante claves que el psiquiatra debía interpretar (así nació su obra “La interpretación de los sueños”) y en la segunda, según él, se hallaban las principales causas de todo trauma.
Freud, en su momento, escandalizó a la sociedad vienesa con sus teorías totalmente volcadas en el ámbito sexual. De hecho, algunos de sus biógrafos, comentan que esta vertiente era intencionada, podía tratarse de una forma de llamar la atención más comercialmente que realmente útil, otros afirman que el propio Sigmund tenía muchos traumas de tipo sexual que le impelían a llamar la atención ese ámbito. Un poco fuera del tema también hablan de una posible adicción a varias drogas psicotrópicas con fines lúdicos, pero parece más que demostrado que su posible adicción venía debida a sus trabajos en la búsqueda de una sustancia que pudiera sustituir a la hipnosis (disciplina en la que era un verdadero desastre a pesar de haber contado con el mejor profesor). En cualquier caso, aquellos eran otros tiempos.
Cuando Freud murió en 1939 con 83 años, el psicoanálisis empezaba a ser aceptado en los países no germánicos. No así en los países del Eje donde tanto Hitler como Mussolini consideraron sus enseñanzas como peligrosas y llegaron a quemar todos los ejemplares de sus libros. Aquel trance, lejos de hundir las teorías del psicoanálisis, hizo de estas algo mucho más atractivo. Si alguien como Hitler lo prohibía debía ser algo bueno, al menos ese era el nuevo punto de vista que adquirían las opiniones públicas de los países libres. El impulso siguió después de la guerra. Curiosamente, las técnicas hipnóticas, más evolucionadas y eficaces, pero mucho más complicadas y necesitadas de un tipo de profesionales muy concretos y preparados, empezaban a ser dejadas a un lado.
Mientras el psicoanálisis depende mucho de la intuición y subjetividad del terapeuta, la hipnosis es mucho más directa. Mientras el psicoanálisis se limita a las llamada afecciones del tipo histérico (parálisis histérica) y neurótico (neurosis obsesiva, paranoia simple, fobias…), la hipnosis tiene un espectro más amplio y, con el tiempo, se le han encontrado nuevas aplicaciones.
La gran fama que adquirió el psicoanálisis también tiene otros culpables. Brillantes alumnos de esas técnicas que ampliaron, perfeccionaron y también crearon escuelas diferenciales con la de Sigmund Freud: Wilhelm Reich, Melanie Klein, Wilfred Bion, Jacques Lacan, Otto Rank, Alfred Addler , Carl Jung (estos últimos crearon sus propias teorías paralelas)…
Con los años fueron apareciendo nuevas teorías y nuevas escuelas de psicoanálisis, pero en los años cincuenta, los detractores del psicoanálisis, gracias a una serie de trabajos clínicos demostraron la baja eficacia de estas técnicas. En un principio los partidarios negaron esas estadísticas, pero nuevos trabajos confirmaron la evidencia, a partir de ese momento la defensa consistió en demostrar que el psicoanálisis como la hipnosis, necesita de buenos especialistas. Bien pronto empezaba su declive, sin embargo, la adicción de las estrellas de cine a terapeutas que se limitaran a escucharles y la propia industria cinematográfica, salvaron la difícil y merecida situación.
De este modo el psicoanálisis mantuvo un cierto prestigio hasta la década de los ochenta del pasado siglo cuando una nueva serie de estudios volvieron a poner en evidencia el psicoanálisis. La cuestión era más seria ahora dada la aparición de un gran número de técnicas específicas y de gran eficacia como las conductuales, géstalticas, cognitivas, etcétera y alternadas con tratamientos farmacológicos que potencian su efectividad.
Sin duda el psicoanálisis significo una innovación maravillosa en los tiempos en que las terapias de agua fría, electroshock y lobotomías eran una práctica habitual, pero en cuanto la seriedad y humanidad de la nueva psiquiatría llegó a la situación actual, el psicoanálisis resulta un evidente anacronismo. Con la muerte de Jacques Lacan en 1981 desapareció el último gran defensor del psicoanálisis como ciencia, con todo, todavía sigue existiendo la Asociación Psicoanalítica Internacional (A.P.I.) fundada en 1910 bajo los auspicios del propio Freud y con la presidencia inicial de un C.G. Jung que aún no había disentido de la línea original del primero. Precisamente fue esta organización la que, en 1999, presentó un elaborado estudio sobre la eficacia del psicoanálisis, pero aceptando las limitaciones sobre la edad de los pacientes, la duración de la terapia y en cuestiones menores casi siempre relacionadas con el ámbito laboral. El estudio no sólo aceptaba esas limitaciones, además, intrínsecamente, reconocía el final para estas terapias al negarse la comparación con otras más acordes con los tiempos actuales. El estudio finalizaba reconociendo que al psicoanálisis le faltaba un mayor trabajo empírico.
De todas formas, el psicoanálisis no ha muerto ya que han aparecido nuevas corrientes tendentes al uso de este para la ampliación del autoconocimiento, pero relegando al olvido sus aspiraciones como terapia de curación. De este modo, el psicoanálisis se ha ido alejando de su carácter de ciencia de la salud al que algún día aspiró. Sin embargo, a pesar del apoyo popular del que gozó durante gran parte del siglo veinte, no le ayudó nunca a pasar la prueba del algodón. Primero fue el filósofo Karl Popper quien demostró su carácter de pseudociencia en comparación con teorías menos aceptadas y aparentemente más veleidosas y después su heredero teórico, Adolf Grünbaum el que aplicó la lógica lineal a las teorías psicoanalíticas para demostrar su falsedad (no A no implica B si existen C y D posibles).
Hoy la A.P.I. sigue viva a pesar de contar con más detractores que estudiosos afines. Su supervivencia, a pesar de ello, no está en juego en un mundo donde las “artes adivinatorias”, la parapsicología y otras pseudociencias encuentran un buen caldo de cultivo.
En cuanto a España, la Sociedad Española de Psicoanálisis (S.E.P.) se funda en 1959, en un momento dulce para estas técnicas y cuando el régimen franquista hacía tiempo que había dejado de verlas con malos ojos.
En la actualidad el S.E.P. forma a sus propios psicoanalistas sin entrar en ningún sistema de regulación de estudios. Si Sigmund Freud fue un eminente neurólogo de su época, en la actualidad los psicoanalistas no gozan, por si mismos, de ninguna titulación académica aceptada, a no ser que ellos, individualmente, la obtuvieran fuera del ámbito del psicoanálisis por sus propios medios. Por si el caos y el desprestigio de estas prácticas no fueran suficientes, desde 1981 también existe la Sociedad Psicoanalítica de Madrid, con estatutos y poderes similares a la española pero al margen de esta y ambas están representadas en la A.P.I., cosa que no ocurre con la asociación española de psicoanálisis del campo lacaniano.
Hoy los libros de Freud salen a la venta en los kioskos, un ejemplar cada lunes. Libros que nos acercan al saber de finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte aportándonos abundantes conocimientos, como también pueden hacerlo las obras de Albert Einstein. En ambos casos su valor histórico es indiscutible, pero mientras las obras del físico siguen sin tener grandes fisuras producto del paso del tiempo y la evolución de nuestros conocimientos, la obra del neurólogo ha perdido toda la consistencia que le sirvió para arrinconar las terapias inhumanas de la antigüedad.

Imagen tomada de la web: www.biografiasyvidas.com

lunes, 19 de mayo de 2008

¿Por qué nos ofendemos? (PQ9).


NOTA INICIAL: Este texto pretende ser un estudio, algo "light", sobre una de las leyes básicas de la ofensa escrita. No pretende ser un análisis profesional sobre el tema, simplemente las conclusiones extraídas empíricamente por el autor... "osease yo".


Dicen que "ofende más el que puede que el que quiere", también dicen que "el que la sigue la consigue", incluso he oído aquello de que "si quieres puedes". Respecto a los dos últimos, el relativo a ofender supone una contradicción, pero si relativizamos las cuestiones, no lo son tanto.
¿Por qué alguien se ofende cuando recibe una crítica dañina? Ojo, que por dañina no me estoy refiriendo a insultante, pero sí a insolente y poco respetuosa.
Para que alguien se ofenda tiene que ver, en la supuesta ofensa, un intento de destruir algo en lo que ha puesto un cierto grado de ilusión. En nuestro caso particular, la mayoría de los que escribimos y publicamos aquí, no confiamos demasiado en nuestra calidad, sino iríamos de editor en editor buscando una oportunidad que no dudaríamos en aprovechar, pero sí que ponemos ilusión, por no decir esperanza, en los textos que exponemos. Nuestro deseo es agradar, sin embargo, somos conscientes (espero) de que eso no siempre puede ser así. Por otra parte, la mayoría también esperamos un poco de ayuda de quien nos lee, deseamos orientación respecto a cómo agradarles y también a cómo cometer menos errores. Lo último que deseamos es que alguien se comporte como el "famosillo" Risto, con críticas demoledoras y destructivas que, aunque tuvieran razón, no son más que un alarde vanidoso de un mal crítico que se cree en posesión de la verdad suprema. Vamos, que ataca a las ilusiones de un autor, más por celos, que por verdadera sabiduría porque su único conocimiento es el de los puntos débiles sobre dónde puede hace daño.
Bueno, creo que se me ha ido la pinza, como se dice vulgarmente, desquitándome, porque lo único que pretendo con esto es ejemplificar, en lo más cercano que tenemos, el significado de hacer daño y el método para lograrlo.
Todo esto no es posible cuando, la persona a la que se pretende ofender, posee un grado de seguridad superior o no pone ninguna ilusión o vagas esperanzas en la cuestión tratada. De este modo, un ofensor ocasional se quedaría sin lograr su propósito.
Por ejemplo, recuerdo que hace un par de años me encontré con una ex-compañera del instituto y estuvimos hablando. Me comentó que una amiga suya había estado coladita por mí y a mí me sorprendió mucho aquella afirmación. La recordaba siempre metiéndose conmigo por casi todo. Al principio me molestaba mucho, pero con el tiempo pasaba de ella absolutamente. Era una chica bastate guapa y, quizá por ello, no le devolvía los ataques. Esta ex-compañera me recordó un episodio que había olvidado. Al parecer, uno de aquellos lejanos días en que pretendía imponer sus criterios en nuestro grupo de trabajo, yo no transigí con sus ideas y ella se salió del tiesto. Ambos nos enfadamos, sin embargo, ella lo pasó muy mal y se lo lloró a su amiga, esta con la que me encontré.
--¡Es horroroso! --le explicó-- No puedo estar de acuerdo nunca con él y le ataco, se que soy más brillante que él, más inteligente, pero le provoco y sólo logro enfadarme yo y él termina por imponer sus criterios, pero eso no es lo que me molesta... lo que me molesta es lo que pensará de mí.
Lo que ella no se había parado a pensar es que yo había tomado sus ideas y las había transformado, adaptado a lo que necesitamos, pero era tal su afán de dominarlo todo hasta el último detalle que sólo se había enfurecido. Pero esa no era la cuestión. La cuestión era, siempre según la amiga que me lo contaba, que en un momento dado pretendió hacerme daño de verdad con sus palabras y me dijo que era horroroso... sí, como suena. Me dijo que me creía muy guapo, pero que realmente era feísimo, claro que, al contrario de lo que ella esperaba, ni me inmuté, incluso le dije "ya lo sé, ¿y qué?". La razón, que ella no podía entender, es que yo nunca me había planteado que pudiera ser guapo y el hecho de que ella me dijera que era feo me traía totalmente al pairo. Su drama era que, para otras personas que no eran yo, había quedado evidente que estaba coladita por mí que me creía justamente lo contrario y ese era precisamente su drama. De este ejemplo pretendo concluir que nadie puede ofenderse por algo que ya tiene asumido o que realmente no le importa. Claro que también pudiera ser que no se ofendiera porque la opinión de la persona que la practicaba, no fuera considerada competente o válida. Este no era el caso, porque al manifestar esa opinión en público si afectaría la posibilidad de que otros se solidarizaran con esa opinión.

El otro caso es más difícil de mostrar por medio de un ejemplo, cuando uno tiene plena seguridad en su valor, podría ser el equivalente a que la opinión de nadie fuera válida para sustituir la propia. Seguro que hemos conocido muchas personas de esas que denominamos "muy pagadas de sí mismas", es decir que se creen lo más de lo más y nada les puede hacer cambiar de opinión. Pero en este caso, los errores de perspectiva pueden ser trágicos, nadie tiene capacidad para advertirles de un gran batacazo que, tarde o temprano, se tienen que llevar: el desengaño.



Conclusión final: La ofensa afecta, únicamente al susceptible de ofenderse y para ello debe incidir sobre una debilidad básica que es la falta de confianza sobre algo o alguien en que se han sustentado unas ilusiones o unas esperanzas. Fuera de ese ámbito la ofensa pierde su eficacia.

Imagen extraída de www.blogalaxia.com/busca/inside/7.

domingo, 18 de mayo de 2008

¿Dónde está mi dinero? (PQ8).

Antiguamente el empresario pagaba al empleado en un sobre, las empresas de servicios estaban obligadas a contratar un cobrador que debía desplazarse hasta tu domicilio para cobrar y todas las empresas contaban con oficinas de atención al cliente lo más cerca posible de ti de forma que no debías gastarte dinero en desplazamientos ni llamadas telefónicas. Por tu parte, tu pagabas en metálico, sin generar gastos financieros ni al vendedor ni a ti mismo (las ya casi desaparecidas letras eran una excepción). Cuando te dirigías a una entidad financiera para abrir una cuenta sólo te podían proporcionar intereses, ellos querían captarte a toda costa. Incluso para prestarte dinero todo eran facilidades. Bueno, como hoy, los directores siempre te pedían que demostraras que no necesitabas el préstamo para podértelo dar, eso no ha cambiado.
Pero en esta feliz banca que se limitaba a ganar algo de dinero, nació una maquiavélica idea de dominar el mundo, a si más no, dominar nuestras vidas. Empezaron por ofrecernos tarjetas de crédito sin cuotas que cargaban un 4% al vendedor. Al principio muchos vendedores no las aceptaban, pero la llegadas de turistas con ellas en la mano les forzó a aceptarlas, como consecuencia, subieron los precios. Algunos ofrecieron rebajarte el precio si pagabas en metálico, otros cargarte el 4% si pagabas con tarjeta. La banca consideró aquello una grave afrenta y acudió a los tribunales con la ventaja de contar con el poder del dinero. Si los jueces no les daban la razón, siempre podían hacer que se cambiara la ley… y lo hicieron. Por otro lado estas tarjetas de crédito creaban un fuerte endeudamiento en algunas familias que terminaba por deshacerse de ellas, fue así como nacieron otras tarjetas aparentemente menos dañinas, las de débito. Al principio las tarjetas de debito tampoco tenían comisión, pero eso estaba ligado a otro suceso bancario de la época.
En los años setenta, algunas multinacionales extranjeras ya habían obligado a sus empleados a abrir una cuenta bancaria para cobrar a través de ella, en los ochenta se generalizó hacia las empresas nacionales. Parecía ventajoso porque no tenías que llevar el dinero encima, pero los empresarios abandonaron el pago semanal por el mensual que les suponía una interesante retención de capitales con sus respectivos intereses. En aquella época se hicieron habituales las peticiones de anticipos por parte de los trabajadores. Esos endeudamientos fueron un magnífico caldo de cultivo para las tarjetas de crédito y los préstamos personales, lo que beneficiaba directamente a la banca.
En esa misma época, las empresas de servicios vieron el cielo abierto y empezaron a pedir los números de cuenta a sus clientes para poder cobrar por transferencia bancaria, supuestamente ellos se hacían cargo de los gastos de la transferencia ya que se ahorraban el salario del cobrador. Junto a estas empresas, todas las demás acudieron a esta forma de cobro que les daba la seguridad una mayor seguridad de obtener el dinero, si tu cuenta se quedaba en números rojos ya te encargarías tú de pagar los respectivos intereses al banco, no había forma de retrasar el pago unos días si el dinero líquido estaba a punto de llegarte. El cerco se cerraba.
Un buen día nos encontramos que nuestro dinero era totalmente virtual y estaba a merced de los ordenadores de los bancos. Ese día la banca inició su zarpazo final. Empezó por cobrarnos comisiones por las tarjetas de crédito, por el hecho de que nos cobraran cosas directamente a nuestra cuenta (cuando se suponía que ya lo cobraban), por el mantenimiento de las cuentas, así mismo, obligados a mantener el dinero en sus circuitos, nos redujeron los intereses al mínimo. Para lograr su objetivo pactaron con las administraciones a quienes les dieron nuestros datos para podernos embargar cuando fuera necesario (para ellos). Ahora también nos cobran por cada carta que nos envían, generalmente llena con su propia publicidad, y por devolver pagos que no tenían que habernos hecho, a pesar de que no tenían permiso para descontárnoslos. Si te roban la tarjeta de crédito o de débito no se hacen responsables y es peor que cuando llevabas el dinero encima, está no tiene límite, al menos para el chorizo. Nos toca pagar y callar.
Pero la última ya no tiene nombre. Ahora, si no usas tarjetas de crédito, te envían a casa una VISA Oro (limite 6000 €) por correo ordinario y que solo le falta activarse con una llamada. Si llega a las manos de otra persona sin escrúpulos estás listo.
Si pagamos una cuota de mantenimiento por nuestras cuentas es lógico que tengamos el control sobre ellas. Pero, como estamos viendo no es así. El ciudadano medio, tiene su dinero virtual desprotegido. Es como si nuestro dinero fueran ovejitas y el banquero, que es un auténtico lobo en cuestiones económicas, fuera el único pastor homologado de nuestros animalitos… ¡pobrecitos!
En la actualidad han aparecido entidades bancarias que afirman no cargarte algunos de esos gastos por servicios que tú no pediste en sus día y te viste obligado a asumir, pero cuánto durarán. Meras estratagemas de competencia de las que no debemos dudar en aprovecharnos, pero que demuestran la lógica de lo que decimos. No sería mejor que lo impusieran por ley.
Cabe la posibilidad de que los bancos no puedan “sobrevivir” (las comillas son por la ironía) sin cobrarnos esas pequeñas cosas. En ese caso, la ley debería distribuir esos gastos entre quienes han obligado a generarlos. Las empresas de servicios (agua, gas, electricidad, teléfono…) en su factura deben tener una cuota de descuento fija que abarque mantenimiento de cuentas (incluidos correos, posibles devoluciones, transferencias…). Si un mes no tienen que cobrarnos nada (con la de mínimos que tienen inventados es difícil) deberán seguir devolviéndonos esa cuota. Esto también sería muy útil con las empresas de telecomunicaciones que acostumbran a inventarse facturas indebidas a manta.
Respecto a la domiciliación de la nómina lo mismo: la empresa deberá pagar un extra por domiciliación de nómina ya que es quien verdaderamente ahorra al no trasegar con dinero líquido.
Respecto a las tarjetas de crédito y débito, las únicas beneficiadas son las empresas financieras, por tanto deben desaparecer las cuotas sobre estas desdichadas tarjetas.
Todo lo demás es el robo nuestro de cada día. Si no nos permiten tener nuestro dinero debajo del colchón, deben indemnizarnos por ello. Y no se engañen cuando les dicen que ustedes son libres de hacer lo que quieran con su dinero, inténtenlo y miren la cantidad de euros que se quedan por el camino.

sábado, 17 de mayo de 2008

¿Literatura o ciencia? (PQ7)






O se hace literatura o se hace ciencia o se calla uno.
José Ortega y Gasset








¿Literatura o ciencia?

Miles de espermatozoides inician su titánica lucha, su carrera en pos del óvulo a fecundar, pero sólo uno, con suerte, hallará la puerta de entrada al templo de la fecundidad. Perderá, para ello, su flagelo y ya dentro recorrerá, en el interior de la femenina gónada, su tramo final hacia el altar que es el núcleo y allí se mezclarán sus materiales genéticos para formar la doble hélice de ADN, la información que ha de definir un nuevo ser.

¿Ciencia o literatura?

Emergiendo desde la remota nube de Oort, cada setenta y cinco años, se abre camino en el sistema solar una enorme masa de hielo y otras sustancias a la que conocemos por el nombre de cometa Halley. En su última visita, mientras el sol calentaba su superficie y el viento solar peinaba su eyéctil melena a lo largo de miles de kilómetros para nuestro deleite visual, le bombardeamos con sondas para extraer sus últimos secretos. Alguna logró abrir en parte la flor de su secreto, pero otras se perdieron entre sus gélidas entrañas o en la oscuridad del espacio. Después “Halley” volvió a su descanso más allá del último planetoide conocido para dormir otros setenta y cinco años, cuando nos dé otra oportunidad para conquistar sus intimidades.

¿Literatura o ciencia?

El TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad), según los últimos estudios, está presente, en su forma más visible, en, aproximadamente, el 7% de los niños, siendo más frecuente en los varones que en las niñas. Sin embargo, nuevos estudios, sugieren que el porcentaje puede ser, incluso, mayor. Dado que, hasta hace unos veinte años, no se había tenido en cuenta este trastorno, hace pensar que el número de afectado puede estar aumentando en cada generación. Por otro lado, el estudio de este problema, entre la población penitenciaria hace pensar lo contrario. Allí se ha descubierto que, en algunos casos, el TDAH está presente en más de un 50% de la población reclusa. Entre estos individuos el tratamiento con metilfedinato ha reducido el grado de reincidencia en la delincuencia. Esta elevada población penal con TDAH nos indica que, dado que ellos también fueron niños, los porcentajes actuales ya estaban presentes en generaciones anteriores, sólo faltaban los pertinentes estudios que lo corroboraran.

¿Ciencia o literatura?

La ciencia siempre ha estado rodeada de mares de dudas. Al principio los científicos fueron tratados, para bien y para mal, como magos, de hecho algunos se comportaban como tales. Sin embargo, en nuestros días existen unos protocolos de publicación y verificación muy estrictos para garantizar la validez de los descubrimientos, pero a pesar de lo exigente del mundo científico siguen, de tanto en tanto, produciéndose sonadísimos fraudes. Recordemos el fraude de Atapuerca, donde alguien mezcló el maxilar de un equino con el cráneo de un homínido para inventar el eterno eslabón perdido… aquel fraude estuvo a punto de malograr los resultados de un yacimiento que, a la postre, ha resultado ser enormemente fructífero. Otro caso singular de fraude fue la “fusión fría” que, durante varios años, en la década de los ochenta del siglo pasado, ensució miles de páginas de toda la prensa mundial.
Pero unos cuantos fraudes no pueden arrebatar nuestra confianza en los científicos que cada día, con su trabajo, preparan nuestro futuro.

¿Literatura o ciencia?

Nunca me han agradado los dogmas de fe y don José Ortega y Gasset era muy proclive a ellos. La ciencia, la literatura o la nada y entre tantas opciones el gris no es una opción. Es una lástima que hoy día, después de llover mucha literatura y fabricar muchos paraguas de ciencia, aún se lean tantas citas de este prohombre que unas veces acertó, pero que otras también erró. Porque errar es de humanos y don José no fue Dios.
Don José, si sus errores no fueron ciencia debieron ser literatura… o tal vez hubiera sido mejor que callara, pero entonces… entonces hubiéramos perdido sus aciertos.

Moraleja: hasta los dogmas de fe deben consultarse.







NOTA FINAL: Yo sigo creyendo que ciencia y literatura son compatibles. Para cuando una valoración en su justa medida de la divulgación científica en nuestro país..

La imagen está tomada de una de las muchas web's que hay en inglés sobre divulgación científica y ciencia ficción y que allí nadie tacha de friky.




viernes, 16 de mayo de 2008

El paradigma informativo (PQ6).


La Edad Media es llamada así porque en ella desaparecieron infinidad de documentos, se prohibieron infinidad de tendencias culturales acusadas de paganismo y otras fueron tomadas por el oscurantismo cristiano que asoló occidente. Como resultado de aquello existió una época opaca de la que ha trascendido un material insuficiente para conocer a fondo. La mayor parte de los trabajos que versan sobre aquel período terminan por extrapolar sucesos para dar una idea de la realidad, así muchos de los sucesos más interesantes de aquella época nos llegan como mitos, leyendas o realidades trastocadas, producto en su mayoría de la transmisión oral de boca en boca. Es así como nacen las historias de caballeros y personajes totalmente mitificados como el Rey Arturo, el Cid Campeador, Ricardo Corazón de León, Robin Hood, Santiago (el apóstol guerrero), Pelayo, Roldán, Lancelot, Merlín… unos existieron otros, tal vez sean fruto de la necesidad de liberar la imaginación. En occidente, los libros fueron censurados y encerrados en conventos donde los monjes eran, casi con exclusividad, los únicos capaces de leerlos.
Gutenberg y su imprenta marcan el verdadero final de la edad media. A partir de entonces los libros se hacen más simples y las ideas arrinconan, por fin, el oscurantismo medieval. Nacerán nuevas versiones de los hechos que nos permitirán contrastar y sacar nuestra propia conclusión, nuestro problema será dar con la buena, ya que cada historia dependerá de quien la cuente, pero un estudio profundo y adecuado nos permitirá acercarnos mucho a la realidad.
En nuestros días el problema es otro. La información no falta, pero ocultarla no es tan difícil, solo es cuestión de inundar de informaciones insustanciales, falsas y contradictorias para ocultar la verdad e imposibilitar su conocimiento. En estos affaires intervienen los medios de prensa. Estos mismos medios, que por desgracia siempre son partidistas, aleccionan a sus lectores en la orientación de las ideas que a ellos les conviene, de este modo la existencia de excesivos medios de una orientación determinada decanta la orientación política del país. En el nuestro, como en la mayoría, cuanto más a la derecha está un partido político más apoyo de los medios de comunicación tiene, véase como el PP se ve apoyado por ABC, La Razón, COPE, Onda Cero, El Mundo, A3, Libertad Digital… y aproximadamente en un 80% de los medios de comunicación; el PSOE está apoyado por El País, Cadena SER… en torno al 12% de los medios. El resto de los medios apoyan a otros partidos siguiendo la regla de más a la izquierda menos apoyo. De este modo se explica la desviación a la derecha de los votos con respecto a lo que habría que esperar en cada proceso electoral: los votantes están mediatizados.
Nos queda Internet, donde el poder establecido de medios y bancos (de los que hablaremos otro día), intentan meter cucharada. En La Red los espíritus libres de verdad, no de nombre, tratan de informar y dar a conocer nuevas opiniones en contraposición a la de los medios establecidos y lo que es más importante, aspectos ocultos de la realidad de cada día. Sin embargo, la gran avalancha de información patrocinada por los medios clásicos, trata de comerse hasta estas fuentes de información libres.
Y ahora alguien dirá: “¿Y qué?”
Otro apuntillará: “Esto es una web literaria, no una web informativa o de opinión”
Ambos merecen una respuesta… tienen razón y no la tienen, pues entender que significa literatura es muy complicado… y si no que se lo pregunten a Gutenberg. Lo primero que imprimió, según cuenta la historia, fue la Biblia… ¿Es la biblia literatura?
Finalmente dejo una pregunta para que cada uno se responda: ¿Qué diferencia la información escrita de la literatura?

Publicado en www.tusrelatos.com el 6/12/2006.

jueves, 15 de mayo de 2008

El dedo pulgar (PQ5).



Lo que realmente nos diferenció de los demás simios y de los demás animales fue nuestro dedo pulgar. Cuando el dedo pulgar consiguió cerrarse sobre los otros cuatro dedos la historia del planeta cambió. Algo tan simple como eso puso a los herederos de un espécimen en el camino para dominar el planeta.


Es posible que los primeros Australopitecos no contaran con un cerebro demasiado diferenciado de otros simios superiores. También es posible que estos ya heredaran su pulgar de un simio anterior, pero la cuestión es que en los albores de la humanidad el cambio se produjo y que una piedra dejó de ser una simple piedra y un palo dejó de ser un simple palo y se convirtieron en extensiones y prolongaciones del cuerpo de aquellos pequeños simios y aumentando su tamaño virtual.


La aparición de este pulgar tendría tres consecuencias evolutivas muy importantes:


--La mayor tendencia a erguirse sobre sus dos piernas traseras para liberar sus manos.


--Crecimiento de la cavidad craneal para albergar las nuevas aptitudes manuales.


--Aumento de la miopía para poder mirar de cerca y fabricar herramientas mejores.


Es posible que las estructuras grupales presentes en casi todos los simios, ya estuvieran presentes en los primeros protohumanos y eso, sin duda, facilitó el triunfo evolutivo, ya que permitió la especialización de algunos de sus individuos.


Junto al desarrollo de armas y herramientas, el gran avance que permitió marcar otro hito evolutivo fue el uso de recipientes. Al principio hojas grandes de plantas, luego pieles de animales, sirvieron para transportar lo recolectado desde distancias cada vez mayores, dejando a otros animales sin alimento en los alrededores de la morada humana. Un entorno sin comida se convertía en un área de seguridad, sin herbívoros, tampoco había carnívoros. Además eso permitía a sus comunidades almacenar comida para momentos peores y para ello inventaron técnicas de conservación, como el secado y con el fuego también el ahumado.

Los seres humanoides, con cada avance, liberaban tiempo que podían utilizar para observar cuidadosamente su entorno. Pero, según algunos autores, se ha de recalcar la ventaja que le otorgaba sobre otras especies, lo que facilitó que su dieta se hiciera más carnívora y aumentando su aporte proteínico, lo que, según una complicada explicación, facilitó, químicamente, su evolución y, muy pronto, aquel pequeño simio, se convirtió en el más temible de los depredadores.

miércoles, 14 de mayo de 2008

¿Por qué se vilipendia los Best-sellers? (PQ4)


Cuando se menosprecia a los best-sellers siempre se intenta decir que eso no es literatura, pero entonces ¿qué es literatura? Pues resulta que, después de las frías definiciones de los diccionarios que no excluyen de ninguna forma a esta clase de “literatura”, los expertos no se ponen de acuerdo en la autentica definición de literatura. El caso es que no existe un ente competente que pueda decir esto es literatura y esto no lo es. Sin embargo, la gran mayoría de las definiciones incluyen la idea de que la literatura es el arte de escribir. Como con el propio termino literatura el termino arte está sin definir verdaderamente, pero podemos aceptar que es arte aquello que se hace con voluntad de ello y por tanto si uno dice que hace arte está haciendo arte, de la calidad de ese arte ya nos ocuparemos en otro momento; así pues, literatura es todo aquello que se hace con la voluntad de hacer arte.

Ya hemos definido a la gran mayoría de los best-sellers como literatura, ahora vamos a hablar de su calidad como tales. Para ello tendremos que definir los parámetros de calidad de la literatura y esto es infinitamente difícil. Si los expertos no lograban ponerse de acuerdo para definir que era literatura crear una gradación raya en lo imposible. Así pues solo la valoración de cada lector es la buena. Pero sucede en la literatura, como en todo, qué muchos queremos conocer el valor de una obra antes de leerla, sin embargo, la valoración de unos críticos u otros puede ser más o menos próxima a nuestros gustos, por ello también tendremos que experimentar el valor de estos y convertirnos en críticos de los críticos para poder obviar aquellas obras literarias que solo pueden hacernos perder el tiempo.

¡Sí!... perder el tiempo. Porque el siguiente punto es qué nos aporta una obra literaria: placer, cultura, conocimiento técnico, capacidad para pensar, sentimientos, información vacua, aburrimiento… Tal vez, a la hora de evaluar cualquier texto deberíamos tomar en cuenta estos valores.

Recuerdo un cartel, en el ya desaparecido barrio de “La Perona” que decía:


EL PINCHAUBAS
SAREGLAN PARAGUAS
CONFIE NEL PINCHAUGAS
VARATO




El texto aportaba información, sin embargo, la forma del mismo también podía definir al lector que hacía uso de ella. Por su ubicación, cada día lo leían un centenar de personas nuevas de media. A lo largo de los más de dos años que estuvo colocado pudieron leerlo unas sesenta mil personas, lo que lo convierten en un auténtico best-seller. Tal vez para el Pincha-uvas, que no sabía ni escribir su apodo, aquel cartel era una obra de arte y el texto el más inteligente del mundo, a la par que el más largo que había escrito nunca… era literatura y según aquellas premisas era la mejor literatura posible. Vilipendiarlo parece fácil y, sin embargo, es un gran error.

Quién no ha escuchado en radio o televisión una de esas tertulias de estirados escritores, donde se alaba un tipo de obras y se crítica otras. La pedantería del tertuliano le lleva hacer una exagerada defensa de lo que él cree clásicos contemporáneos, en ocasiones meros tochos somníferos plagados de murallas formadas por aburridas frases y ampulosas palabras, como si con esa defensa su propia obra se impregnara del valor que el da a esos autores. Por otro lado, se ataca en un discurso exageradamente negativo a obras de gran éxito comercial, más del que ninguno de los tertulianos tiene, con las acusaciones que todos conocemos. Obvian el arte de llegar al lector, interesarle y aportarle lo que el quiere; negándose a aceptar que, tal vez, esa es la nueva literatura.

La literatura debe llegar al lector y eso lo aprendió, o debió hacerlo, uno de esos conocidos escritores de tertulia que se acerco hasta la casa del Pincha-uvas para pedirle que rectificara el cartel.

--¿Ujté pue cel-lo meho? –le dijo riendo el Pincha-uvas--.

Ante la altanera afirmación del escritor el gitano le entrego idénticas herramientas a las que él había usado para confeccionar el primer cartel y el escritor picó el anzuelo. Cuando estuvo acabado le dijo:

--Mu bien payo… ara cuegalo ensima er mío, vete a l’otra cera y lelo.

Ambos cruzaron la calle y miraron los carteles y, mientras el viejo se leía perfectamente con sus faltas de ortografía, el nuevo, con el trazo demasiado fino y las letras demasiado juntas en solo dos líneas, era totalmente ilegible.

--Y aluego disen loh payos c’hasen litiritura.

martes, 13 de mayo de 2008

Dónde, cómo, cuándo, por qué... (PQ3)



Dónde, cómo, cuándo, por qué... estas preguntas, de obligada respuesta, era la base del periodismo hasta hace unos años, curiosamente, en esa misma época, cuando el artículo estaba terminado debía pasar por un filtro llamado censura. Cuando la censura desapareció algunos periodistas de mayor o menor gloria vieron el cielo abierto para lanzarse al asalto y fruto de ello, aparecieron en los juzgados, interminables listas de denuncias por injurias y similares. Hoy, no sabemos si producto de aquello o de los lobby’s de la prensa, el periodista cumple con una sola pregunta y que se dirige a su jefe de redacción: ¿QUÉ?

Es curioso que se hable del periodismo de investigación cuando las noticias nacen en las redacciones y el periodista sale a la calle para buscar hechos que corroboren su artículo, el periodista no trabaja como un investigador que trata de desentrañar la verdad más o menos objetiva, en lugar de ello se comporta como un abogado recogiendo datos para dar fuerza a su tesis.

Pero dado que la prensa actual se limita a extender unas determinadas líneas de opinión, debe ser el lector el que heroicamente se plantee esas preguntas, pero la esencial de todas, una vez leído un artículo es: ¿POR QUÉ?

Recuerdo un profesor que, hace años, antes de este deterioro de los valores periodísticos, nos aconsejaba leer varios periódicos de tendencias diferentes para obtener una idea propia más racional de las noticias.

Quien más, quien menos ya conoce las tendencias de cada medio de prensa, así que la pregunta “¿por qué?” nos puede dar una idea bastante clara de la realidad de la noticia. La pregunta nos permite desechar la retórica arbitraria y la complementación con otra lectura de tendencia contraria nos ayudará a completar los huecos de la noticia.

Nuestro entorno cotidiano es nuestro primer paso para conocer el mundo, si nos dejamos engañar en este primer objetivo del conocimiento nunca alcanzaremos los “¿por qué?’s” más elevados del universo, porque nunca nadie construyó un edificio sin poner una primera piedra bien sustentada y otra sobre esta igual de firme y...

Nunca debemos, en general, aceptar las opiniones ajenas sin hacernos la gran pregunta, pero mucho menos aceptar como información contrastada la que no hemos contrastado nosotros mismos. La realidad ya es bastante oscura para cerrar los ojos y creer ciegamente en lo que nos cuentan.

El universo es oscuro como una pregunta sin respuesta, casi todas las que se inventen pueden ser validas, pero muy pocas pueden ser ciertas.


lunes, 12 de mayo de 2008

Descartes o la impaciencia del racionalismo (PQ2)



Descartes quiso empezar toda su filosofía desde cero. Según él, debían derribarse por entero todas las estructuras existentes porque, según él, estaban en ruinas. De este modo se podría crear un nuevo edificio basado en la razón desde sus fundamentos.



“Cogito ergo sum”




Y esta fue su primera piedra: “pienso luego existo”…
Después de la primera piedra se vio atrapado en un callejón sin salida, pero no quiso aceptar que sin la realidad de sus sentidos, de su experiencia, no podría salir de él y, sin darse cuenta, agarró una de las vigas del edificio derribado, sin evaluar su estado, y siguió edificando.

La perfección… algo que otros ya habían definido como una arbitrariedad del lenguaje hacía más de doscientos años (Occam) y ahora lo retomaba Descartes en algo similar a la prueba de San Anselmo para demostrar la existencia de Dios.

Si Descartes, al llegar a este punto, se hubiera preguntado “¿Por qué?”, su edificio no hubiera podido continuar de esta manera. Ya que sin proponérselo había introducido de nuevo el mundo de las ideas de Platón… su edificio empezaba a estar construido con materiales de derribo y ni siquiera se había preguntado por el estado de esos materiales.

Descartes fue el genio que supo derribar el edificio de la filosofía y supo poner una primera piedra, pero fue incapaz de hacer la pregunta más importante a la que debe intentar contestar un filósofo: “¿Por qué?”.

Si toda la razón debe estar sustentada en la existencia de Dios ¿por qué nos tenemos que molestar en hacer filosofía si ya tenemos la Biblia? Por otra parte, si solo conocemos el yo, de donde nos vienen todos los términos que sirven para definir la percepción y ¿por qué sirve el lenguaje como base para la definición si a su vez no ha sido definido?

En su libro póstumo “Miles y miles de millones”, Carl Segan, insistía sobre lo limitada que es nuestra percepción frente al universo, nos hacía ver las enormes cifras que se movían ante nosotros, insignificantes humanos. Entonces ¿por qué alguien puede cree que con la única herramienta del lenguaje se puede definir el universo?

Nuestra experiencia diaria nos pone en contacto con el universo, una parte muy pequeña, infinitesimal, pero nos desvela, poco a poco su naturaleza… al ser humano sólo le queda ir recogiendo los pedazos que el universo le entrega cada día para encontrar la respuesta a sus preguntas, si nuestra especie tiene paciencia y logra sobrevivir a su propia ignorancia, un día hallará la respuesta a todos los “¿por qué?’s”.

El Universo es oscuro como una pregunta sin respuesta, casi todas las que se inventen son válidas, pero muy pocas podrán ser ciertas.


sábado, 10 de mayo de 2008

Juego mental (PQ1)


¿Tenemos que pensar a los humanos como únicos herederos del Universo e imaginar la Tierra como un oasis en la inmensidad del Cosmos?
¿Por qué?
Tal vez no estemos tan solos como parece y tal vez la aparente esterilidad de la vasta infinitud no sea más que una visión parcial impuesta por nuestra condición de humanos.
Quién sabe si en este mismo instante no estarán observándonos, desde muy lejos, desde muy cerca, desde otra dimensión o desde nuestro propio interior, otros seres desconocidos para nosotros.
Pensemos por un momento que existen alienígenas inteligentes ¿No podría ser que fuesen incorpóreos y que pudiesen sobrevivir en el más hostil de los vacios del espacio que nos rodea? Si los humanos hemos aceptado tan fácilmente la existencia del alma durante siglos ¿por qué no aceptar la de estos seres sin acepciones malas o buenas?
Son demasiadas preguntas y tan solo tenemos la historia humana como respuesta. Una historia que demuestra el afán de nuestra especie por justificar el egoísmo; mientras que estos seres no sirven como justificación a nadie, no son dioses ni demonios, solo almas expectantes.
Pero ahora no cometamos la imprudencia de creernos los únicos observados y, para ser justos, imaginemos otras especies que, en otros lugares, sean, como nosotros, observadas.
Si es verdad que tenemos un alma inmortal, después de nuestra muerte sabremos si todo eso existe, como tantas otras cosas que nos han contado. Pero si no hay alma o esta fenece con nuestro óbito, nada nos importará y únicamente podrá ser un juego mental para los humanos vivientes.



El Universo es oscuro como una pregunta sin respuesta, casi todas las que se inventen son válidas, pero muy pocas podrán ser ciertas.