lunes, 9 de junio de 2008

¿Escribir o llamar la atención? (PQSN)



Me gusta escribir, no soy suficientemente bueno, pero no me quedo sin practicar esa afición. Todo empezó allá por el 1984, cuando descubrí que el Gran Hermano estaba por todas partes y no era uno solo. En aquellos días no se hablaba de Echelon (o como quiera que se escriba realmente porque hasta el nombre llevan en secreto), pero la afición a mirarnos por el ojo de la cerradura ya existía. Cuanto tiempo y dinero malgastado en procurar que no seamos mejores que ellos y, entre tanto, el mundo se va al garete por falta de atención.


Pues fue tras ese descubrimiento, que no explicare como hice porque no lo recuerdo, cuando decidí ponerme a escribir en serio. Cómo, si no, divulgaría mis ideas, mis creencias, mis sospechas… si nadie me escuchaba. Pronto descubrí que daba igual si al final nadie me leía… y así era, porque sólo, de tanto en tanto, algún periódico publicaba una de mis cartas, habitualmente las peores. Necesitaba encontrar una forma de llamar la atención… probé la poesía, la ciencia ficción, el teatro… me cansé haciendo experimentos hasta que en 1988 un amigo publicista me enseñó alguno de sus secretos a cambio de algunos de los míos.


¡Qué poderosa es la publicidad y que poca cuenta nos damos de ello!


Hasta los dibujos que se hacen para ese fin logran captar suficientemente la atención para gravar el producto que venden en las mentes de… ¿sus víctimas?


Aprendí a jugar con las mil formas de llamar la atención: la sorpresa, el suspense, el sexo, el deseo, la ternura, la risa, la nostalgia y todo un montón de sentimientos que creemos muy humanos y, sin embargo, están albergados en la parte reptiliana de nuestro cerebro.


Hoy, con Internet, me he dado cuenta de que casi todo el mundo intuye ese secreto y hay demasiados que viven exclusivamente de él… de llamar la atención. Así que ha llegado el momento de retirar, a ese hecho, la etiqueta de tabú y empezar a ponerle las reglas de un arte para que nadie juegue con ventaja.


Y entre tanto… que será de la publicidad… bueno… yo más bien diría: ¿Quién le quita los cascabeles al gato?


Y entre tanto, ¿dónde quedó mi afán de denuncia?

domingo, 1 de junio de 2008

Emigración... inmigración... (NPQ)


Las masas migratorias enriquecen a los países que las reciben, pero también supone serios problemas de convivencia. Muchos son los factores que hay que analizar, sin embargo, es muy peligroso tratar el tema desde puntos de vista limitados tanto en su ataque como en su defensa. Europa, en los últimos años, ha vivido dos puntos de vista extremos. Primero fue España cuando casi establece el “papeles para todos” durante las primeras acciones de gobierno de la era Zapatero y el segundo constituido por las actuales fórmulas neofascistas del señor Berlusconi.


El primero se encontró frente a una avalancha de inmigración que las estructuras económicas del país no podían asumir, además, mezclados con esta masa de mano de obra, llegaron delincuentes, mafias y apólogos del terrorismo. Eso sin contar con los guetos que se formaban en algunas grandes ciudades y dificultaban la integración social de sus individuos. Sin embargo, la buena situación económica convirtió todo aquel potencial de mano de obra en dinero, especialmente en el campo y el sector inmobiliario, aunque, eso sí… mayoritariamente era mano de obra sin papeles. España, con ladrillo o no, tuvo una evolución económica impensable, superando con su PIB, incluso, a países como Italia con más habitantes.


El segundo ataca directamente a la problemática social que produce la inmigración. Italia se ha visto inundada por personas procedentes de los países balcánicos y Rumanía. Exparamilitares y personas procedentes de guetos sociales, no suelen ser una mano de obra muy adecuada y, aunque a las personas se las debe tratar individualmente, la imagen conjunta es lo que genera la opinión social, por eso a los italianos, en su mayoría, les han parecido aceptables las propuestas fascistas para tratar a los inmigrantes ideadas por Berlusconi. Pero hay que tener en cuenta que Italia lleva ya muchos años desaprovechando las posibilidades de esa mano de obra debido a la fuerza que las mafias autóctonas tienen en la mayoría de su territorio. Pero ahora Italia se convertirá definitivamente en una opción descartada por los emigrantes trabajadores que llevarán su opción económica a otros lugares, mientras la emigración delictiva permanecerá más tiempo ya que posee los medios para sobrevivir en cualquier parte, además, al alargar sus condenas, terminarán por saturar las cárceles del país. Por si fuera poco, ahora vivimos una crisis económica de la que saldremos en un par de años y de la cual, los países con suficiente mano de obra, lo harán con ventaja. Italia, como resultado de esas leyes racistas, se puede ver empujada al furgón de cola de Europa en tres años.


Está claro que este no es un tema para tratar en cuatro líneas, tanto desde los puntos de vista sociológicos como económicos dan para escribir cientos de libros, pero hay algo que debe quedar claro: los emigrantes son personas que abandonan su hogar llevando una maleta llena de esperanzas y de nostalgia, pero que allí donde llegan se convierten en factores numéricos de la macroeconomía y las políticas sociales.