jueves, 14 de agosto de 2008

ACCIÓN Y REACCIÓN (PQ25) –primera parte-





ACCIÓN Y REACCIÓN (PQ25) –primera parte-









Acción y reacción (I)





Cuando uno es tratado con injusticia y se hace consciente de ello, se vuelve muy observador. Esa consciencia percibe la menor de las diferencias; cualquier agravio comparativo, por pequeño que sea, queda a su visible a sus ojos. Pero la persistencia de la injusticia puede hacer llegar un momento en que esa superconsciencia se torne paranoia o incluso manía persecutoria. Sin embargo, hay que saber diferenciar esta situación de las verdaderas patologías, ya que el afectado por reiteradas injusticias tiene una base real para sus pensamientos y, exagerado o no, la causa es externa al individuo y, por tanto, si se trata como una vulgar enfermedad es necesario eliminar la fuente de la misma: la injusticia.





Dicho esto, que no es decir mucho, vamos a aplicarlo a dos situaciones concretas muy distintas, que ya será decir algo.







Caso 1: El Mobbing.

En el mobbing un individuo (o incluso, aunque no este contemplado, un grupo de individuos) es sometido a un particular acoso (esta es la variedad de formas que toma en este caso la injusticia) donde se induce a la víctima un estado de baja autoestima y de constante sufrimiento (que puede llegar al nivel físico con golpes y palizas en los casos más aberrantes). Como es obvio esto puede degenerar fácilmente en problemas psíquicos e incluso físico (por somatización).





La toma de consciencia en estas víctimas puede desencadenar un fuerte resentimiento cuando empiezan a superar la parte más abyecta, pero por lo general les consumen estados de ansiedad aguda y depresión.





En fases siguientes, si el mobbing se ha dado durante un largo período de tiempo, el proceso seguirá, como antes se dijo, con un aumento de la sensibilidad, etc.





La desaparición de la fuente de injusticias podría solucionar el problema si se coge a tiempo, pero por lo general, si el estado de alta susceptibilidad ya se ha iniciado, la víctima se verá afectada por otras pequeñas injusticias que normalmente hubieran quedado ocultas y asimiladas dentro del sistema. No obstante, no debemos tomar al individuo susceptible por el problema, como a menudo se hace, sino la alta tolerancia generalizada a estas situaciones de injusticias por parte de las empresas y la falta de reconocimiento de la grave situación por parte de los compañeros de la víctima.





Existen muchos tipos de mobbing, más de los que están tipificados, de hecho, algunos de ellos los hemos vivido todos en un lugar u otro, sin embargo, a la hora de hablar de acoso laboral (término hispánico y más adecuado para lo que tratamos de definir) nos centraremos en el que ejerce un puesto con mando relevante sobre un único trabajador.



Por lo general esta modalidad se centra en determinados aspectos, algunos de los cuales también son observables en el acoso sexual y la mal llamada violencia de género. El primero es un ataque continuado a la autoestima de la víctima, el segundo es un aislamiento del entorno personal de esta y para terminar, en una fase aparte, la humillación reiterada.





Me gustaría hacer constar varias cuestiones adicionales sobre este tema. En primer lugar el acosador puede ser consciente o no de su abuso y en segundo los compañeros pueden colaborar conscientemente o no con el acosador. Estos dos puntos podrían generar toda una escala para conocer la gravedad del tipo de mobbing que se está produciendo. En cualquier caso, en el origen también se encuentra una falta de madurez de todas las personas del entorno y una falta extrema de concienciación sobre este tema que tanto daño hace a demasiadas personas en casi todos los entornos laborales.





Miedo me producen, precisamente, aquellos equipos de trabajo donde se habla en términos tales como “es una familia”. Sean críticos y piensen que familia no hay más que una y está ubicada fuera del recinto laboral, por lo general esos equipos suelen ser una trampa donde se ataca con saña a aquellos individuos que “no le bailan el agua” a los dos o tres individuos dominantes. Si una familia real puede ser un infierno cuando las cosas van mal, imagínense una familia donde siempre hay algo o alguien que va mal.





El mobbing también puede ser algo relativo, pero eso no niega su existencia. Si alguien se siente acosado en un entorno laboral, sin duda lo está, lo que se debe valorar es el grado de gravedad de ese caso. La justicia tiende a desentenderse de los casos que se le presentan porque se basa en una escala muy poco humana, la de unas pruebas muy difíciles de aportar, porque recordemos que el acosador actúa en su hábitat y la victima termina por estar aislada, por ello debería valorarse el grado de aislamiento como una prueba por sí misma. También deberían otorgarse sentencias relativas a favor de las víctimas donde hoy se exonera al acosador. Esto no ayudaría a madurar a los individuos, pero seguramente sí a la sociedad.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Joder un blog puro de filosofia, que hallazgo! va a mis favoritos.

Muy triste el mobbing, de lo mas cruel que puede hacerse. Quiza sea cierot que el maltrato psicologico sea el peor de todos.

Hay una cita que dice:

Tengo una teoría de por qué la gente hace cosas tan horribles. Es por lo mismo por lo que los niños se empujan en el colegio. Si tú eres el que empuja, nadie te va a empujar a ti. Si tú eres el monstruo, nada estará esperando entre las sombras para atacarte. Es muy sencillo: la gente hace cosas tan horribles porque tiene miedo.
Taken (2002)


Sería tal vez una inerpretacion...